
En la China imperial el feng shui era verdaderamente un asunto de estado y sólo las construcciones imperiales y de algunos nobles tenían acceso a esta aplicación, por eso se la llamaba "Aplicaciones de emperadores y reyes". Incluso se aplicaba a la ubicación y orientación de las tumbas (Yin Zhai o vivienda de los muertos) ya que se creía que el feng shui de las mismas influía sobre la fortuna de la descendencia del difunto.
Algunas escuelas de feng shui ponen el énfasis en el estudio de las formas: las montañas, los ríos, la estructura de la vivienda o lugar de trabajo, la ubicación de un cuarto de baño, cocina, habitación, etc. hasta la colocación de los muebles. Otras escuelas enfatizan en cambio el uso de la brújula, aunque en la actualidad la tendencia es considerar tanto la forma como la orientación conjuntamente.
La forma de las montañas o el paisaje en general se describe sobre la base de los llamados "Guardianes Celestiales": el Dragón, el Tigre, la Tortuga o el Guerrero Oscuro y el Fénix. Estos nombres derivan de antiguas constelaciones que dividían el cielo en cuatro sectores, de allí el adjetivo de "celestiales". Los cuatro guardianes se disponen en forma de cruz; la Tortuga atrás, el fénix delante, el Dragón a la izquierda, el Tigre a la derecha. La localización ideal es aquella que tenga una Tortuga ubicada hacia el lado del que provienen los vientos más intensos y agua en el lado opuesto (Fénix); ya que el viento (feng) dispersa el chi mientras que el agua (shui) lo acumula. El geomante además debe encontrar al Dragón, una figura mítica relacionada con el movimiento del agua. La niebla matinal, por ejemplo, representa el aliento del Dragón: allí donde tarda más en dispersarse es donde las condiciones para la acumulación del chi son mejores. El estudio se completa hallando las líneas llamadas "venas del Dragón" y ciertos puntos especiales sobre estas venas llamados "el nido del Dragón".
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